POR Constanza Garcia
El centralismo y la cultura han sido antagonistas por generaciones. Los artistas en Chile deben viajar a la capital para poder desarrollar sus destrezas, lo que muchas veces genera recelos y resentimientos por parte de quienes componen los círculos artísticos en regiones.
Una compañía de danza regional solicita un espacio para montar su nueva obra y se acercan a la escuela de arte local para esta gestión, en el lugar ellos sienten recelo de vincular la escuela con un espectáculo de esta índole, la razón: Este espacio es un espacio serio.
El arte siempre ha sido parte de la elite, es cosa de ver las obras más antiguas donde los protagonistas principales son las flores más hermosas, las frutas más brillantes y el agua más cristalina; lo más democrático que existe en ellas es la hegemonía que hace que todos se banalicen entre todos, no soportan que el espectáculo se mezcle con las artes tradicionales, no soportan que un performista sea validado de la misma forma de un cuadro, no soportan que un discurso sea mayor que una técnica, sostienen premisas estéticas folkloristas que son casi ridículas y gracias a esto en algunos lugares las nuevas voces del arte son derrocadas por las mentes obsoletas y los lenguajes oxidados, perdiendo en el camino grandes potenciales.
El realismo varía con la actualidad y lamentablemente nuestra realidad es simplemente nefasta en estas materias, el espacio define a los artistas y si los espacios no existen éstos se mueren.
Seamos honestos, el centralismo es sinónimo de carencia pero también es directamente proporcional a la concentración de patrimonio y acceso a la información e incluso a las directrices académicas que se forman en el ambiente de lo espectacular. La falta de espacio no tiene que ver con el gobierno, tiene que ver con nosotros, con cómo cuestionamos los espacios que se nos presentan a la hora de desarrollarnos como consumidores de esta sociedad que no vive por nosotros. El arte va a existir aunque no lo consumamos.
No sacamos nada con ser contestatarios ante la falta de financiamiento, porque pueden pasarnos millones de pesos, pero si nuestras mentes siguen sin reflexionar lo que ven y por lo tanto tampoco se hace el ejercicio de aplicar profundidad en la investigación, nos quedamos en el mismo círculo vicioso que no nos permite hacer una nueva creación. Los formatos visuales son tan diversos como los ojos que lo ven.
¿Acaso nos tenemos que venir todos a Santiago para tener un espacio?
Si esto sigue así, SI.
Te amo.